No sabe de dónde le viene tanto cariño, pero lo nota. Y le encanta. Sospecha que la gente ve en él a un chaval normal y eso le gusta. Y él, que es un chaval normal, ha decidido que no se puede ser otra cosa y sigue haciendo diabluras en la pista, como el domingo en Catar, donde se convirtió, a los 20 años y 49 días, en el piloto más joven de la historia de MotoGP que se sube al podio.
Si uno lee la dedicatoria del libro en el que relata cómo conquistó su último título, el de Moto2, hecho para recaudar un poquito de dinero, no mucho, para el hospital infantil de Sant Joan de Deu, podría empezar a entender por qué Marc Márquez ha hecho de su bondad, de su normalidad y, sobre todo, de su sonrisa, su tarjeta de presentación.
DEDICATORIA SENTIDA
«A mamá, que se cree que no la veo sufrir», dice en la primera línea. «Sin mamá, nada hubiese sido posible», cuenta camino del aeropuerto de Doha. «Ella es quien lo sostiene todo con su ternura y, sobre todo, quien me da ese masajito maravilloso por la noche». «A papá, que se cree que no sufre», reza la segunda línea. «Su pasión por las motos y, sobre todo, su enorme sensatez es lo que me ha traído hasta aquí. Es inmenso», cuenta el bicampeón. «A Àlex, que sufre conmigo», agradece en la tercera línea. «¡Vaya carrerón el del chavalito en Doha!, estaba yo más nervioso que él. Compartir todo esto con él me ayuda un montón». «A Emilio, que sufre por todos», cuenta el cuarto renglón. «Alzamora ha sido quien me ha enseñado a escoger bien, a progresar, a ser cada día mejor piloto», dice el joven de Cervera. «A los chicos, para que dejen de sufrir», narra la última línea. «No hay nada mejor que trabajar en equipo, sentirte un equipo, que tu equipo sea la prolongación de tu familia», sentencia Márquez.
Creer. Sufrir. Compartir. Divertirse. Sonreír. Y, sobre todo, hacer disfrutar a la gente. Así es Márquez, que, con la lista de candidatos a Català de l'Any en la mano, dice: «Esto no puede ser verdad. ¿Yo en medio de tanta gente importante? ¿Yo, el único deportista entre tanto ganador como hay en Catalunya? La verdad es que el catalán del año es ahora un superviviente, aquel que afronta con entereza esta difícil situación que vivimos. Es evidente que me encantaría ganar este premio, pues es un reconocimiento que te hace tu gente, la mejor muestra de que te quieren, y mucho, pero yo creo que deberíamos premiar al hombre o mujer que nos devuelva la ilusión por vivir, por seguir peleando cada día».
NÚMEROS ESPECTACULRES
Poco más de 20 años, 79 grandes premios en sus prodigiosas manos, una tercera parte de ellos (26) en lo más alto del podio y la mitad de ellos, sí, sí, la mitad (40) en uno de los tres escalones del cajón, además de campeón del mundo de 125cc y Moto2. «Todo lo que hago es practicar el deporte que me apasionó desde niño. Tuve la suerte de que mis padres me apoyaron y que he sabido aprovechar las oportunidades que han ido surgiendo. Lo principal sigue siendo que la gente, los aficionados, mis seguidores, se lo pasen bien con lo que hago. Esa es mi mayor recompensa: hacer feliz a cuanta más gente pueda con mi pilotaje, con mis carreras».
Cuando le insinúas que, tal vez, la gente admire en él algo más que un piloto de carreras, se encoge de hombros y casi intenta justificar su graciosa, vivaz y campechana personalidad. «A ver, a ver, yo soy gente normal, no más. Soy así y no pienso cambiar. No pretendo ser alguien que no soy. Ni quiero, ni me saldría. No soy más que el reflejo de lo que son mis padres, de lo que he visto en casa. Mi hermano Àlex es idéntico. Los papás nos han inculcado que, mientras no tengamos motivo para estar tristes, tenemos que intentar hacer feliz a la gente de nuestro entorno. Ellos quieren que seamos honrados y sonriamos». Y, con la boca pequeña, añade: «No creo que guste a todo el mundo. Yo también meto la pata y hago cosas mal hechas, pero intento no dañar a nadie».
Vuelve a mirar la página que publicó EL PERIÓDICO el pasado 22 de marzo en la que aparece la lista de candidatos al premio y dice: «Insisto, preparemos el monumento al Català de l'Any que nos devuelva la ilusión. Ese es el ganador entre todos nosotros. Yo voto por él».
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