Miquel Missé: “Hay gente que cambia de género sin someterse a la cirugía”
"Hay gente que cambia de género sin someterse a la cirugía"
"De niño me inventé un personaje masculino que al final me gustó más que mi propia vida""La transexualidad no está al margen del error. Hay gente que duda"
"No tengo sexo de destino"
‘El género desordenado’ no es sólo un libro (EGALES) editado por Miquel Missé y Gerard Coll-Planas. El género desordenado es una realidad. Es entender que si en un extremo está ‘hombre’ y en el otro ‘mujer’, hay un universo infinito de posibles sexos entre estas dos variantes. Más de cinco y, después de hablar con Miquel, yo diría que más de cien. Tantas, se me ocurre pensar, como personas hay en el mundo.
La estricta dualidad en que nos movemos (o eres hombre o eres mujer y te operas para ser hombre o mujer) no es tan reciente como pudiera pensarse. El sexólogo Thomas Laqueur explica cómo hasta bien entrado el siglo XVIII se consideraba la existencia de un solo sexo: el hombre, claro. Y de una versión menos perfecta del sexo masculino, que sería la mujer. A partir de esta fecha se establece el llamado ‘dimorfismo sexual’ . Sin embargo, en otras culturas consideran la existencia de tres sexos (hombre, mujer e intersexual o también en culturas indígenas de Norteamérica el llamado ‘berdache’) y algunos especialistas, como Anne Fausto-Sterling, llegan incluso a considerar, como ya he mencionado, hasta cinco sexos por lo menos.
En este sentido, Miquel Missé es un precursor y no es difícil imaginarlo en el mundo del siglo 30 tomando un café o un poco del soma que Huxley menciona en ‘Un mundo feliz’ en la terraza de una nave nodriza. O no nodriza. Da lo mismo. En ese futuro, nuestra limitada clasificación de dos sexos se estudiará como un síntoma de antigüedad en los libros de Historia y de Sociología (Miquel es sociólogo). En ese futuro cada cual podrá tener una identidad sin estar limitado a una asignación esquizofrénica de sexo. La identidad será cuántica. Y todos los que así lo sientan podrán ser, sin sufrir trastornos, trans. Es decir trascender. Ir más allá de ser hombre o ser mujer. Y Miquel es, en este sentido, un precursor.
¿Qué es ser transexual?
Hay una manera de entender la transexualidad más clásica que ha acabado siendo como una etiqueta. La transexualidad que la gente conoce es una de las diversas formas que hay de identificarse como transexual y que parece ser la única. Creo que es importante visibilizar modelos de transexual que no se correspondan con este canon tan cerrado, tan… “lo sé desde que nací”. Hay otros modelos y algunos no son tan claros. La gente duda. Y mucho.
¿Tú, Miquel, quién eres?
Soy muchas cosas. Lo que pasa es que durante un tiempo he decidido visibilizar esta parte de mí y he trabajado como activista trans visibilizando la transexualidad de los chicos y visibilizando la patologización de la transexualidad. Ahora estoy en un momento en que reflexiono sobre lo hecho. De hecho no soy sólo eso. También soy sociólogo y mañana a lo mejor soy camarero. No son identidades fijas. Si algo he aprendido a partir del tema trans es que hay que ir con cuidado con la reificación de las identidades. Hasta qué punto eso con lo que te identificas eres tú. Uno puede ser también otra cosa.
Antes de Miquel, ¿quién eras?
Antes de vivir como un chico yo era superlesbiana. Lesbiana radical. Hasta que un día algo dentro de mi hizo ‘click’.
¿Sabías que podías llegar a hacer este click? ¿O te pilló por sorpresa?
No. No lo sabía. Te estoy hablando de la adolescencia que es una época en la que no sabes nada… Yo me consideraba completamente lesbiana y dos años más tarde, me dije que no, que no era eso.
Un debate en la comunidad trans es saber quién es y quién no lo es…
Sí, uno de los grandes debates es si también es transexual aquella persona que comienza el cambio pero no tiene en mente acabarlo del todo.
Entonces, la cirugía no siempre es el fin…
La transexualidad clásica es la que señala que el individuo quiere modificar su cuerpo desde la infancia. Pero también hay gente que cambia de género sin someterse a la reasignación genital, o gente que cambia de género y ni tan solo desea modificar su cuerpo. Para algunos es un debate filosófico, que no les supone nada, pero para otros es clave dentro de la construcción de su identidad como persona. Es complicado y necesario. La gente piensa mucho en la transexualidad vinculada a la operación, pero la operación es una anécdota en la vida de la persona transexual. Sí, es muy importante y significativa, pero es un momento de tu vida. Una vez te has operado, te olvidas. La gente lee la transexualidad desde la medicina. La pregunta sobre la operación es una pregunta que te acompaña a lo largo de los años. Yo al menos lo vivo así, porque, en mi caso, no me he operado el pecho todavía y sigo haciéndome la pregunta, pero no es algo dramático.
¿Para qué sirve la identidad?
Para sobrevivir. Es una herramienta muy útil. La identidad es como una cosa mágica. En el movimiento social se produce cierta tensión entre lo importante que es la identidad para visibilizar a las minorías y lo peligrosa que es la identidad porque nos aprisiona como minorías. ¿Tenemos que dejar de ser homosexuales, lesbianas, trans, porque eso nos etiqueta o es lo que nos da fuerza para visibilizar que no todo el mundo es heterosexual o no todo el mundo se identifica con el género que le asignaron al nacer?
Gran dilema…
Sí, que todavía no hemos resuelto. Porque todavía no es el momento. Sin ir más lejos, aún no hemos superado la homofobia tanto, como para poder decir que no hacen falta etiquetas. Al mismo tiempo entiendo que haya movimientos más alternativos, como el movimiento queer, que reivindiquen deconstruir ese etiquetaje… Pero, insisto, creo que no hemos llegado al momento de poder prescindir de las etiquetas.
Necesitamos una cultura más amplia del cuerpo y el género…
Sí, seguramente la gente sufriría menos.
¿Si no estás a gusto con tu cuerpo, qué haces?
Depende. Depende de la edad que tengas, de la vida que has conseguido, de lo dispuesto que estés a enfrentarte a tu vida cotidiana, depende de lo flexible que sea tu entorno. De ti, de lo que te permites y lo que no. Hay muchos caminos. Una cosa es lo que pasa en la vida cotidiana y otra el análisis distante que hacemos desde fuera. Creo que tendríamos que crear un sistema para conseguir que la gente que se siente mal con su cuerpo llegue a sentirse mejor. Intentar acompañarla en sus decisiones y si tiene que modificarlo pues que lo haga. Claro que haciendo esto reforzamos un modelo que nos oprime, que marca que hay un cuerpo que funciona como un patrón y que genera sufrimiento a los que no siguen ese único patrón. Y si la solución es seguir un mismo modelo no sé si arreglamos algo. No lo digo como una crítica, sino planteando una reflexión, porque yo también he modificado mi cuerpo. En el modelo social en el que vivimos es muy difícil luchar contra esta opresión. Es difícil planteárselo como “ no me gusta mi cuerpo por lo tanto modificaré mi entorno”. Eso supone un coste tan alto que sale más barato un quirófano. Transformar la sociedad es algo muy difícil.
En tu caso, seguiste el proceso de terapia psiquiátrica…
Yo empecé a los 14 años y lo abandoné a los 18. El tratamiento que utilizan para diagnosticar la transexualidad se llama “experiencia de la vida real”. Este test consiste en que durante un periodo de tiempo te visitan una vez a la semana y evalúan tu vida, es decir tu vida real y cotidiana. Evalúan si te comportas como un hombre o no. De hecho, te hacen recomendaciones del tipo: “Si quieres pasar por hombre pues mejor córtate el pelo”. Por otra parte, ellos piensan que antes de darte la certificación deben asegurarse de que todo tu entorno lo entiende y lo vive bien. Ellos pretenden que tú vengas con tu familia y que todo el mundo de tu entorno lo asimile bien. ¿Que no lo llevan bien? Pues entonces continuamos con la terapia. Eso es muy injusto, porque los procesos de cada uno son muy diferentes. Además los psiquiatras te van dando mensajes del tipo: “Si no tomas hormonas no serás un hombre. Si no tomas hormonas es síntoma de que no lo tienes muy claro, porque si fueses un hombre las tomarías”. Todos estos mensajes al final te acaban afectando. A pesar de todo yo cuando salí tenía la certificación para tomar las hormonas y t
ardé dos años en irlas a buscar.
¿En qué punto estás de tu proceso de modificación?
Bueno, más que un proceso de modificación lo llamaría mi propia trayectoria de vida. Ahora mismo estoy en una etapa, que intuyo es muy larga, en la que reflexiono sobre si me siento bien o no, si algo tiene que ver con mi cuerpo, con mi vida, y si modificar mi cuerpo me haría sentir mejor.
¿Qué quieres construir al llegar a tu sexo de destino?
No tengo sexo de destino. Y en todo caso, si existe el destino no creo que se defina en el sexo.
¿Cómo sabes que la decisión es la correcta?
Cuando empiezas, esta pregunta se te cae encima. ¿Cómo sabes si te equivocas o no? Hay gente que se autoconvence, que ha nacido en un cuerpo equivocado. El discurso biologista te permite eso. Yo no cuestiono a los que tienen este discurso, que es muy esencialista pero sirve, resulta muy útil. Yo tengo otro. Pienso que si algún día no me veo como Miquel, si algún día no me gusto así, pues no pasará nada. Viviré como Julia, por decir algo. El error forma parte de la vida. La transexualidad no está al margen del error. Hay gente que se equivoca.
¿La operación es la solución?
Cuando pasas por un quirófano el conflicto y el debate interno que has tenido antes son importantes. Cuando la gente se opera es porque está muy segura, pero también es cierto que hay gente que se opera y luego se arrepiente. En estos casos, cuando la persona se arrepiente, no tiene espacio para poder decirlo, porque se supone que eso es imposible. Lo que políticamente critico es que se sobredimensionan los efectos positivos de las operaciones. Toda la cirugía en general tiene un discurso que obvia que el paciente pueda arrepentirse o no sentirse como esperaba. Y esto es muy problemático, porque luego estagente, que no se siente bien con su operación, se siente muy culpable. Y no saben a quién decírselo.
Se dice que tras la operación se vuelve a nacer…
Es el efecto oasis. Hay gente que realmente vuelve a nacer. La mayor parte de la gente transexual siente que la operación le salvará la vida. Está encantada de haberse operado y dice haber vuelto a nacer. Yo que estoy atravesado por la sociología lo veo desde un prisma distinto. Si uno focaliza sus problemas en el hecho de tener pecho y se convence de que si se lo quita mejorará, seguramente cuando se lo quite efectivamente mejorará, pero mejorará por todo lo que hemos dicho antes, no porque su problema estuviera en el pecho He tenido muchas discusiones por sostener este tipo de argumentos. Hay una parte que es verdad, la gente muchas veces vuelve a nacer, y hay otra que es que antes tú no vivías a gusto y por tanto tampoco disfrutabas de tu vida. Y ahora sí. La verdad es que en la vida cotidiana de las personas transexuales este milagro se produce. Funciona.
¿Cómo recuerdas la primera vez que te viste como un hombre?
Yo de pequeño me hacía pasar por chico y me lo pasaba muy bien. Cuando llegaba a un sitio y conocía a gente, mentía y siempre me construía un personaje masculino. Al final este personaje masculino me gustó más que mi propia vida. Me sentía más a gusto y era más feliz en el rol masculino que en el que se suponía que tenía que reproducir. Pero es una toma de conciencia muy lenta. A mí me gustaban las chicas y empecé a vivir como una lesbiana, salía con mis amigas lesbianas, pero notando que no era como las demás. Dentro del proceso de construcción de mi identidad tengo que reconocer, ahora, desde la distancia, que hay una parte de lesbofobia. Llegó un momento en que me dije que yo no quería ser una lesbiana masculina, ni tan solo una mujer masculina. Prefería ser un hombre. ¿Increíble? Sí, tenía 14 años. Sólo ahora lo entiendo. No sabía que había referentes positivos de lesbianas masculinas. Empecé a tender a esta masculinización y lo cierto es que mi vida era mucho más fácil cuando entraba en un sitio y hablaba en masculino. Ahora con mis amigas lesbianas no noto tanta distancia. Siento que tomé una decisión que me ha convertido en hombre y me ha socializado como hombre. Tengo mis amigos, chicos heteros, que leen el mundo de otra manera y también comparto cosas con ellos. No pasa nada. Estoy en ese punto de transición entre diferentes trayectos de vida.
¿No es como una traición?
Conozco a muchas lesbianas masculinas que reivindican esta idea y los chicos trans, en cierto modo, les molestan. Y lo puedo entender. Entiendo esta resistencia. Y ahora sé que hay que reivindicar también a las lesbianas masculinas.
¿La transexualidad reafirma los estereotipos heteros?
La persona transexual reproduce los roles heteros, como casi todo el mundo. Si quieren ser aceptados socialmente reproducirán los roles que se consideran correctos y ya está. No se les puede reprochar. Es la consecuencia de una sociedad segregada.
¿Cómo encajas tu pasado con tu presente?
Creo que es un mal consejo cuando les dicen a los trans que hagan borrón y cuenta nueva. Borra las fotos, elimina el pasado. A ver, yo he sido chica gran parte de mi vida y forma parte de mí. Mi nombre femenino, que está en mi DNI, forma parte de mí. No es más o menos yo. Es parte de mi vida.
¿Te cambiarás el nombre del DNI?
No estoy de acuerdo con los requisitos que me pide el Estado para cambiarlo. Así que de momento sigo sin modificarlo, porque ahora mismo puedo.
¿Qué condiciones?
Tengo que reconocerme como enfermo mental y presentar un certificado de trastorno de la identidad de género y otro conforme he modificado mi cuerpo con hormonas. Por eso no lo hago. Por otro lado, no sé si realmente quiero cambiarlo. Me parece bien que alguien, cuando le doy el DNI, tenga que pensar quién soy y cómo he llegado aquí. Es un ejercicio de visibilidad que no me cuesta. Cuando voy al hospital y me llaman en femenino, obligo a muchas personas a constatar que existen transexuales. Es mi mini militancia. Si toda la gente transexual se cambia el nombre, ¿cómo seremos visibles? A mí no me da vergüenza, no me supone ningún problema que la gente sepa que soy transexual. Me supone un problema no controlar esto. Yo quiero decidir cuando hago visibilidad y cuando no. Y sé que seguramente llegará un día en que no pueda más, me harte de la visibilidad y me cambie el nombre.
¿Por qué cuesta tanto convivir con la ambigüedad?
A la gente le molesta porque le cuestiona cosas de su propia identidad. Creemos tener unas categorías que nos describen a la gente aunque en realidad no describen a nadie. A pesar de todo la mezcla y la diferencia están cada día más normalizadas. Sin que eso quiera decir que seamos más tolerantes. Nos hemos modernizado tecnológicamente, pero sólo eso. Hay quien dice que ahora los transexuales lo tenemos bien, porque nos podemos operar muy jóvenes. Para mí esto no es signo de progreso social, es signo de progreso tecnológico. Es diferente.
¿Ligas más ahora?
No lo sé… Lo que sí sé es que a mucha de la gente con la que he ligado le ha dado absolutamente igual cual era mi identidad.
¿Tienes algún proyecto? ¿Otro libro quizá?
Tengo ideas, claro, pero sobre todo estoy en fase reflexiva. Tengo ganas de escuchar y aprender, leer, viajar.
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